El coworking responde a las amplias necesidades de los trabajadores digitalizados, nómadas y remotos
Entrevista a Beatriz de Andrés, directora de Art Marketing y fundadora de WoMee
Fuente original: datagora.es. Por Pedro A. Muñoz
Hay iniciativas que no lograron imponerse sólidamente en el mercado hasta que situaciones o circunstancias específicas del mismo, hicieron que se multiplicase la demanda de sus servicios. Fue el caso del PC, que no despegó masivamente hasta 1979, cuando apareció la hoja de cálculo con sus inmensas posibilidades. Hoy vemos el caso del teletrabajo, avanzada modalidad laboral que, pese a estar el mercado más de cuatro décadas no logró multiplicar su mínima presencia, hasta que la reciente aparición del Covid-19 lo hizo imprescindible en el mundo empresarial. Consecuentemente en este nuevo panorama han aparecido y multiplicado diversas iniciativas con una amplia y sorprendente gama de servicios empresariales, entre ellas las empresas de coworking.
DATAGORA conversó con Beatriz de Andrés, fundadora y directora de Art Marketing y creadora de la empresa de coworking WoMee. Esta emprendedora profesional de la comunicación, especializada en creación e innovación, acaba de abrir las puertas de un espacio concebido para responder a las necesidades de los trabajadores “libres” (digitalizados, nómadas y remotos). Se trata de un nuevo coworking llamado WoMee, de las palabras inglesas work y meet (trabajo y encuentro), toda una declaración de intenciones.
Espacios de trabajo alternativos, de coworking, oficinas de servicios…¿Diferencias fundamentales entre esta modalidad y otras formas laborales que utilizan el trabajo interactivo como base, caso de la empresa virtual?
* Gracias a vanguardistas herramientas y tecnologías del siglo XXI, que permiten variadas formas de trabajo y comunicación a distancia, el coworking nace con la firme intención de crear y establecer redes y relaciones en los espacios de trabajo digitales. Al vivir el teletransporte como una realidad, podemos trabajar desde cualquier parte del mundo, viendo y comunicándonos en tiempo real… “Estamos” donde queramos gracias a la tecnología, no se necesita presencia física
Pero ¡cuidado!, todo lo extraordinario y esperanzador que aporta la digitalización, también puede traer consigo desarraigo, soledad, aislamiento… y los humanos como seres sociales, somos mucho mejores y más productivos si estamos interconectados. Actualmente el teletrabajo, tan asociado al estar en casa, es en realidad trabajar en remoto, da igual donde nos encontremos, en casa, en la playa, en una caravana en medio del desierto o en un espacio preparado como oficina pero que puede estar a miles de kilómetros de donde estamos produciendo.
Con las empresas virtuales el enfoque es un poco diferente. Como manifestaba al respecto el ingeniero y consultor Luis Arroyo hace ya varios años. “No son alianzas estratégicas o empresas mixtas. Son grupo de colaboradores reunidos en un momento determinado para explotar un proyecto específico. Concluido este, se disuelven o planifican nuevas acciones. Sin las mejores empresas en su especialidad, sin su oportunismo, confianza y, sobre todo, sin tecnología de las comunicaciones, no puede haber empresa virtual”.
La pandemia potenció e impulsó al teletrabajo como solución de continuidad laboral con todas sus ventajas y problemas. En menos de un año se ha extendido imparable dando servicio a todo tipo de sectores profesionales y ayudando al despegue real de las empresas de coworking. ¿Cuál es el perfil de sus usuarios?.
* Lo que hemos hecho este año no es un teletrabajo real. El “trabajo en remoto” que sería la definición de teletrabajo, no es lo que hemos vivido este año que ha sido cambiar la oficina por la casa. El cambio de escenario y uso de determinadas herramientas no implica que estemos realmente teletrabajando. El modelo sería aquel trabajador nómada, que ejerce su actividad sin estar vinculado a un lugar físico. De hecho, puede parecer paradójico que, pese a este modelo, haya sido un mal año para las empresas de coworking. Las restricciones de movilidad, reducción de aforo y el miedo a relacionarnos, minimiza la expansión de estos modelos de oficina compartida. Pero creo que estamos un momento clave y que vemos cómo se redefinirán los usuarios en estos espacios, pero no ahora, sino cuando todo esto de la pandemia disminuya.
Al diseñar todo el desarrollo conceptual del proyecto WoMee, pensamos en un perfil parecido al nuestro o de nuestro entorno. Trabajadores por cuenta ajena que viven y quieren seguir trabajando en Pozuelo, por ejemplo, sin tener que desplazarse a otras zonas y sufriendo los espectaculares atascos que se han venido dando en horas punta hasta la pandemia. Por otro lado, están los trabajadores autónomos, freelances, profesionales, pymes y startups que, con un modelo de oficina flexible reducen ostensiblemente sus costes operativos y el enorme esfuerzo económico y logístico de mantener una oficina abierta. Esto es extensible también para las pymes de Pozuelo en modelo teletrabajo para que tengan en WoMee un domicilio y un punto de encuentro cuando deban reunirse en equipo. También hemos pensado en estudiantes, ya que las bibliotecas públicas de la zona suelen estar llenas en tiempos de exámenes, o para hacer trabajos de equipo donde puedan reunirse con todas las comodidades sin “invadir” algunas de sus casas. Por último, aunque no menos importantes, pensamos en las asociaciones, que necesitan un lugar para domiciliarse y tener sus reuniones, pero que no necesitan mantener una oficina en exclusiva ya que no todos los días hay actividad o bien se hace desde otros lugares descentralizados.
Pero veamos, ¿Qué atrae a los trabajadores autónomos y móviles a estos espacios si buena parte de ellos podría trabajar igualmente desde sus casas?. ¿En su opinión, qué perfil de trabajador se siente a gusto y puede “triunfar” en este espacio de “trabajo móvil”?
* Aunque el trabajo se haga en casa, muy pocos hogares disponen de espacio, porque no fueron concebidos respondiendo a las actuales demandas laborales digitales. Sea un problema de metros cuadrados o de distribución, muchas familias no pueden permitirse el lujo de prescindir de un dormitorio o de la sala de estar, y reconvertirlo en oficina. Es imprescindible separar los habitáculos y dar a cada uno su uso específico, dividiendo tareas y momentos. Al haber más familiares, se producen interferencias mutuas, se pierde concentración y transmitimos una imagen muy alejada de profesional que queremos dar, a nuestro jefe, clientes, o compañeros. Demasiadas distracciones inevitables que interrumpen o dificultan una tarea que exige concentración, sea reunión, presentación o lo que sea, hay que transmitir seguridad y dotes organizativas.
Trabajar en el hogar, improvisando espacios durante la pandemia, podría disculparse por lo rápido de la transición, pero a estas alturas no hay excusas para no contar con un espacio digno y una oficina adecuada a la calidad del trabajo que deseamos ejercer. Por no hablar de la ergonomía con sus inevitables exigencias. Y no olvidemos la sociabilización, el encuentro con otros, el crear redes y networking, la cooperación o sencillamente mantener delimitado en tiempo y espacio el trabajo del hogar.
¿Más inconvenientes que los que imaginamos, no?
* Es que en WoMee hemos visto ejemplos de todo tipo. Desde una empresa que eliminó su sede y tiene a todos sus empleados trabajando en casa, aunque periódicamente tienen encuentros en un coworking para estar juntos; formadores, conferenciantes y directivos que necesitan un sitio profesional para ofrecer sus sesiones o reuniones de equipo sin interrupciones. O bien empresas que trabajan en remoto pero buscan un lugar para hacer las entrevistas de selección. Padres que aprovechan los traslados de sus hijos al colegio, prefieren esperar ese tiempo cerca del centro escolar trabajando hasta la salida de los niños, o por el contrario aquellos que vienen por la tarde, cuando ya toda la familia está en casa y pierden el silencio que han tenido el resto del día cuando no había nadie en el hogar…
Se dice que las empresas que menos han sufrido con el cambio han sido las startups, que ya estaban acostumbradas a este tipo de trabajo y consecuentemente tenían la cultura de trabajar en movilidad.

Beatriz de Andrés, fundadora y directora de Art Marketing y creadora de la empresa de coworking WoMee
* Pienso que lo que vale no es tanto la edad de la empresa, sino el grado de digitalización que poseyese previamente, algo que no se logra de un día para otro. Desde el momento que cancelaron los colegios (varios días antes del estado de alarma) ya trabajábamos desde casa… En Art Marketing – donde arranca parte del proyecto WoMee – llevamos desde 2001 con medidas de conciliación entre horas, el horario flexible, la bolsa de horas y el teletrabajo parcial. Ha sido más de una década para crear ese escenario de confianza mutua que ofreciera garantías para el trabajador y el empresario. Al principio tuvimos que regular casi todas las situaciones y casuísticas debido a la dificultad de gestionarlo de forma objetiva y justa para todos los empleados. Era muy tentador dejarse llevar por las necesidades particulares.
Como Art Marketing venimos haciendo esta transición desde que fundamos la empresa, en los años 90. Nuestra primera sede fue el salón de mi casa, con los problemas que genera mantener una rutina y una disciplina con el horario, etc. Como tener oficina propia era algo impensable si ignoras los ingresos que tendrás, durante bastante tiempo compartimos local con otra empresa que nos cedió una parte de su despacho. Posteriormente y con más medios, seguimos esta dinámica y “acogimos” en nuestra sede a otros, algo muy enriquecedor, así que esto de fundar nuestro propio coworking era como un destino evidente.
Entonces la creación de WoMee se debe a una amplia experiencia más que al deseo de entrar en un mercado que se abría.
* Así es. En nuestro caso, que llevábamos años invirtiendo en tecnologías portátiles y en la nube, y con mucho “ensayo-error”. Entre 2018 y 2019 probamos en varias ocasiones hacer teletrabajo con el 100% de la plantilla. Simulacros que de alguna forma nos ayudaron a ser más rápidos que otros para adaptarnos a la situación. No hemos perdido ni un día, no hemos perdido clientes, no hemos tenido que hacer ningún despido por caída de negocio. Al contrario, gracias a la reducción de costes hemos podido invertir en mejorar las condiciones de trabajo de nuestros empleados e incluso, en construir WoMee para compartir con otros, nuestra forma de entender el trabajo flexible, saludable y más humano.
Por eso insisto, contrariamente a lo que se pueda pensar, no depende de la edad del empresario, sino de su nivel de aceptación de la tecnología y la confianza en sus equipos de trabajo. Y sobre todo, no olvidemos que en una misma empresa no todos los puestos de trabajo pueden hacerse a distancia.
Llegar a ese estado de aceptación y tan rápidamente, no es fácil. También hay que pensar en el panorama cuando esto se normalice.
* Hay quienes sufren mucho con el aislamiento, algunos son empresarios y directivos que desean tener a su gente alrededor, para ellos no va el teletrabajo. Trabajadores que están deseando salir de casa. Y así…
Pero insisto, lo que hacemos ahora no es teletrabajo, es trasladar la oficina a casa. Esto ha sido un ensayo general para ir instaurando el trabajo en remoto y aunque conviva durante mucho tiempo, en cuanto unos y otros se den cuenta de las ventajas que tiene, se instaurará como algo normal. Para las empresas la reducción de costes, la mejora de la percepción de los equipos y (por qué no decirlo) la satisfacción de sus trabajadores. Para la sociedad mejora de la movilidad, de la salud y ahorro de tiempo, contaminar menos, vivir sin las prisas de estar atado a un reloj que cuenta los tiempos muertos de los traslados, incluso dormirá más y tendrá más tiempo para el ocio. Para los trabajadores, disfrutar más de sus casas, que para eso están pagando y no solo para dormir o para fines de semana, y poder permitirse vivir en cualquier parte, sin estar atados a su oficina.
Otro punto esencial de este modelo laboral es la posibilidad de contar con el mejor profesional para el trabajo que tengamos que hacer y sin fronteras,. Es decir, contratar trabajadores de cualquier parte del mundo, lo que supone que, como trabajadores o como empresa nuestra competencia es global. Nos obliga a ser más empleables, más formados, nuestro desarrollo profesional y personal más actualizado, será una asignatura continua, ¡que nadie se acomode que, si no vienen las máquinas, tendremos personas de cualquier parte del mundo cualificadas y deseando trabajar
¿Podría señalar las principales ventajas que aporta a la empresa la intensificación de los servicios de coworking?. Más que un modelo laboral y dado su impacto en casi todos los sectores económicos, ¿podríamos considerarlo como una filosofía de trabajo…?
* Es que se trata exactamente eso: una filosofía de trabajo. Pero además, es una forma más eficiente de repartir los metros cuadrados de una ciudad. Es salud porque nos ayuda a separar los momentos de trabajo y ocio o vida personal y familiar que en muchos hogares no pueden permitirse. También porque podemos tener un puesto de trabajo con todas las comodidades y recomendaciones de ergonomía. Es un reparto más sostenible de la tierra, porque contando con coworkings cerca de los núcleos habitacionales, eliminaremos desplazamientos innecesarios. En el caso de WoMee la idea es que atienda a usuarios que vivan en un radio cómodo para ir andando o en bicicleta.
Es productividad porque promueve la co-creación y la cooperación. Es netoworking respetuoso, porque no requiere de un momento concreto. Además, la unión de personas con las mismas necesidades promueve la compra colectiva de productos y servicios, la formación e intercambio de conocimientos.
Creo que el modelo, coworking puede conseguir que muchos pueblos puedan recibir a gente para vivir, porque en lugar de hacer grandes inversiones en infraestructuras para que llegue la fibra a todas las casas, basta con dotar a un solo punto. Con internet de calidad, muchos teletrabajadores podrían ahorrar y mejorar su calidad de vida trasladándose a zonas menos pobladas.
También permite la movilidad y vivir viajando para aquellos nómadas que prefieran una vida itinerante, pero tengan (o quieran) seguir trabajando para tener una remuneración que les permita seguir viajando. Por ejemplo, cuando se vive en una caravana, de vez en cuando necesitaremos estar en un lugar profesional para uno o varios días de trabajo, incluso, puede servir para relacionarnos con las personas del lugar y tener una experiencia más completa de la región que se visita.
Algunas encuestas señalan que un elevado porcentaje de teletrabajadores, usuarios de espacio coworking, han manifestado que en cuanto la pandemia remita les gustaría volver a trabajar en su oficina. ¿Qué opina al respecto?.
* Yo también lo oigo y es muy natural. Las empresas en este tiempo han podido constatar que estar pagando una sede para tener a todo el mundo en un mismo sitio, no es necesario para que las cosas funcionen bien, se pueden ahorrar mucho dinero y pueden ser mucho más sostenibles con lo que estarían contribuyendo a las ODS en temas de ecología, igualdad, calidad del trabajo, cooperación etc. Pero también tienen que responder a las necesidades de esas personas que quieren seguir saliendo de casa cada día. Para ellos el modelo de pagar el coworking a sus empleados, es mucho más barato que mantener los metros cuadrados que equivale a ese trabajador (espacio, luz, agua, climatización, seguridad, accesos…). De hecho, ya están siendo muchas empresas las que promueven que sus empleados se queden en coworking cerca de sus hogares porque así se aseguran que la productividad de las horas de trabajo va a ser mayor cuando no se puede ofrecer flexibilidad horaria.
El coworking resuelve el problema de la empresa y del trabajador al mismo tiempo, por eso creo que es cuestión de tiempo de que más organizaciones opten por eliminar esas grandes y monumentales sedes que parece que solo sirven para alimentar el ego de algunos, despersonalizando y deshumanizando el trabajo. ¡Tenemos que ser sensibles a las señales! No entender que el mundo está cambiando, es como querer seguir viajando en máquinas de vapor.
Finalmente, ¿qué política necesita España para incrementar las posibilidades de teletrabajo de manera eficiente y beneficiosa para todas las partes? ¿La aplicación de espacios compartidos en todas sus acepciones y áreas: administración pública, transporte y almacenamiento, industria manufacturera y los servicios. ¿Mejores vías para (al margen de los diversos ahorros de costes) potenciar diversas e innovadoras iniciativas de creatividad y gestión?
* España no podrá ser el país eficiente y puntero que debería mientras continúen las políticas de empleo actuales. Además, hemos ido de mal en peor. En la era de la digitalización, del teletrabajo, de las organizaciones líquidas, de la globalización, del trabajador nómada… nos han puestos una norma para que la gente vuelva a fichar. Lo único que genera es desconfianza, absurdos tiempos en reportar, malos entendidos que fomentan el presencialismo en lugar del logro de objetivos.
Mientras los contratos laborales nos obligan a poner un número de horas, e incluso un horario determinado, el lugar de que sea por tareas y objetivos, no conseguiremos ser las organizaciones a la altura de las demandas del siglo. Nos quedaremos atrás porque entre las máquinas, y los trabajadores de otros países, las empresas no tienen que arriesgarse a contratar aquí.
No soy experta en derecho laboral, pero sé que para ningún empresario es plato de gusto despedir a nadie, al contrario, para cualquier empresario es un orgullo enorme hacer posible que muchas personas vivan de lo que tu creaste. Es algo que no se puede explicar con palabras. Si como empresario estás a gusto con tu equipo, y tienes confianza en las personas de tu empresa, no hay dinero que pague la satisfacción de compartir tu sueño con mucha gente y ser su sustento de vida. Pero muchos empresarios se ven pagando nóminas que no pueden costear porque no tienen los ingresos que esperaban o que tuvieron en el pasado. Y no pueden despedir porque carecen del dinero para hacerlo, ni el sistema les permitió hacer reservas para cuando llegaran las vacas flacas.